Supera el síndrome del impostor y cree en tu potencial

Imagina que alcanzas una meta importante. Pero justo antes de disfrutar tu logro, una voz interna te susurra: “No mereces esto, fue suerte”. Este tipo de pensamiento te frena, te llena de dudas y te hace sentir como un fraude. ¿Te resulta familiar?. Esto se conoce como “síndrome del impostor”. Sigue leyendo, porque en este artículo descubrirás qué es, por qué sucede y cómo puedes superar esta sensación. Te sorprenderá saber que no estás solo, y que con un poco de entrenar tu mente y mejorar tus hábitos, podrás liberarte de estas inseguridades.

A lo largo de los años, cuando todavía estaba en la escuela y practicaba deportes en mi tiempo libre, mis resultados fueron bastante buenos. Cada examen superado y cada victoria deportiva reforzaba mi confianza. Llegué a creer que tenía las habilidades necesarias para enfrentar cualquier reto. Sin embargo, al entrar al mundo laboral descubrí que nada era tan simple como sentarse a estudiar y “vencer” un examen difícil. Ahora se trataba de comenzar de cero, de no saber qué hacer y aprender a base de intentos y errores. Esa sensación de no tener control, después de haber sido bueno en tantas cosas, alimentó fuertes inseguridades. Me levantaba cada día con la idea de que todo en lo que destacaba había desaparecido, y que ya no era buena en nada de lo que hacía. Con el tiempo, entendí que no puedo exigir saber hacerlo todo desde el día uno, y que la clave radica en creer en mí misma para generar la confianza que me permita avanzar.

¿Qué es el síndrome del impostor?

El síndrome del impostor es una sensación de duda constante sobre tus logros. Quienes lo experimentan creen que no son capaces, que no merecen el éxito y que, en cualquier momento, alguien “descubrirá” su supuesta incompetencia. Esto no es un diagnóstico médico formal, sino un patrón de pensamiento negativo.

La psicóloga Pauline Clance y la terapeuta Suzanne Imes describieron este fenómeno en 1978 al estudiar a mujeres con altos logros académicos. Ellas se sentían inseguras, convencidas de que su éxito se debía a factores externos, como el azar, en vez de su capacidad real. Desde entonces se ha visto que no está limitado a un solo grupo. Puede afectar a hombres y mujeres de distintas edades, profesiones y niveles educativos.

Recuerdo que, tras cambiar de etapa (de la comodidad del ámbito escolar a las exigencias del trabajo real), descubrí que no basta con haber sido buena en el pasado. Esa creencia de incompetencia inmediata me hizo pensar que en cualquier momento alguien notaría que no sabía nada. Sin embargo, esta percepción es más común de lo que creemos.

(Gráfico que muestra el porcentaje de personas que experimentan el síndrome del impostor según el meta-análisis de Bravata DM, et al. (2020) “Prevalence, Predictors, and Treatment of Impostor Syndrome»)

grafica sindrome del impostor por edades

¿Cuáles son los síntomas del síndrome del impostor?

Los síntomas pueden variar, pero suelen incluir:

  • Dudas constantes sobre tus habilidades.
  • Miedo a ser “descubierto” como un fraude.
  • Atribuir tus logros a la suerte, al apoyo externo o a circunstancias ajenas.
  • Descartar la retroalimentación positiva, creyendo que la gente te elogia por lástima.
  • Perfeccionismo extremo, que genera ansiedad y agotamiento.
  • Evitar nuevos desafíos por temor a fallar y “exponerte”.

Cuando comencé a trabajar y todo era nuevo para mí, no solo lidiaba con la novedad del entorno, sino también con un diálogo interno que me repetía: “No sabes hacer nada. Antes lo tenías todo bajo control, ¿por qué ahora no?”. Esto generaba más dudas, reforzaba la sensación de fraude y me impedía disfrutar del aprendizaje natural del comienzo.

Estos síntomas forman un círculo vicioso. Cuanto más intentas ocultar esa supuesta incompetencia, más estrés sientes. Esto impide que disfrutes tus triunfos y avances con confianza.

¿Quién sufre el síndrome del impostor?

Mucha gente lo experimenta en algún momento. No son solo quienes ocupan puestos altos o se desempeñan en entornos extremadamente competitivos. También afecta a estudiantes, profesionales jóvenes, emprendedores, artistas, deportistas, y a cualquiera que enfrente algo nuevo o exigente.

Investigaciones muestran que este fenómeno es muy común. Incluso personas con talento y experiencia dudan de sí mismas. Cuando yo entré en el mundo laboral, pensé que era la única con esa inseguridad. Sin embargo, con el tiempo entendí que no estaba sola. Saber esto ayudó a bajar la presión interna y a ser más comprensiva conmigo misma.

(Ilustración comparativa del estudio original de Clance & Imes (1978), mostrando cómo mujeres con altos logros académicos percibían sus éxitos como “suerte”.)

percepción del exito en mujeres por el síndrome del impostor

¿Por qué ocurre el síndrome del impostor?

Este síndrome puede tener múltiples causas. En mi caso, pasar de un entorno donde ya me sentía competente (el colegio, el deporte) a uno completamente nuevo (el mercado laboral) fue un golpe. Ya no era suficiente con estudiar y superar un examen, se trataba de comprender procesos y habilidades inéditas.

Factores como crianza exigente, entornos laborales competitivos y la tendencia a compararte con otros alimentan esta sensación. La falta de referentes que muestren sus errores hace creer que todos nacen expertos, menos tú. Pero no es así: todos luchamos con las mismas inseguridades, solo que muchos no lo muestran.

¿Cómo entrenar tu mente para superar el síndrome del impostor?

La palabra clave es “entrenar”. Igual que cuando entrenas el cuerpo, también puedes entrenar la mente. En mi experiencia, entender que aprender cosas nuevas es un proceso, no un fracaso, fue un punto de inflexión.

  • Cuestiona tus pensamientos: Cuando tu mente dice “No puedes”, respóndele con pruebas de logros pasados. Piensa en esos exámenes superados o en las habilidades deportivas que desarrollaste.
  • Comparte tus inquietudes: Hablar con personas de confianza ayuda a ver que no eres la única que se siente así.
  • Acepta elogios: Si antes pensabas “me felicitan para no hacerme sentir mal”, prueba simplemente decir “gracias”.
  • Divide las metas: Un gran desafío se hace más manejable en pasos pequeños. Cada paso que dominas es prueba de tu capacidad.

Al introducir estos cambios, comencé a percibir que mis logros eran fruto de mi esfuerzo, no un producto del azar. Comprendí que no ser experta el primer día en el trabajo no me convertía en impostora, sino en principiante en pleno proceso de crecimiento.

oficinistas trabajando

¿Cómo mejorar tus hábitos para superar el síndrome del impostor?

Entrenar la mente no basta. También debes mejorar tus hábitos diarios. Cuando me sentía insegura cada mañana, implementar cambios en mi rutina ayudó a estabilizar mi estado de ánimo:

  • Descanso y ejercicio: Dormir bien y hacer deporte (como ya hacía antes) mejoró mi estado de ánimo y redujo mi ansiedad.
  • Diario de logros: Escribía cada día algo que hubiera aprendido o hecho bien. Esto me recordaba que estaba avanzando, aunque fuera con pasos pequeños.
  • Evitar comparaciones: Recordé que cada persona tiene su propio ritmo. Antes, al ser buena en varias cosas, me acostumbré a rendir al máximo siempre. En el trabajo, entender que cada uno va a su velocidad me ayudó a no exigirme la perfección desde el primer momento.
  • Reconocer esfuerzo: Asumí que mis éxitos pasados, en la escuela o en el deporte, no fueron casualidad. Fueron resultado de esfuerzo. Ahora, en el ámbito laboral, el esfuerzo también me llevaría lejos.

Estos nuevos hábitos hicieron que, poco a poco, la voz interna crítica perdiera fuerza. Veía que cada día mejoraba un poco más, y eso reforzaba la idea de que no era una impostora, sino alguien en pleno aprendizaje.

Tipos de síndrome del impostor

Existen diferentes patrones del síndrome del impostor. Identificar el que más se acerque a tu experiencia te ayudará a entender tus inseguridades:

  1. Perfeccionista: Crees que todo debe ser impecable. Si algo sale mal, te sientes un fraude.
  2. Experto en todo: Quieres saberlo todo antes de empezar. Cualquier duda la interpretas como incompetencia.
  3. Solitario: Piensas que pedir ayuda es debilidad. Como yo, al principio, sentía que debía resolverlo todo sola, lo que alimentaba la inseguridad.
  4. Superhéroe: Intentas cumplir expectativas irreales y si no lo logras, te desanimas.
  5. Genio nato: Crees que la habilidad debe ser innata. Si requieres esfuerzo, asumes que no vales.

Reconocer que estaba aprendiendo me colocó entre quien se exige demasiado y quien siente que debe saberlo todo al instante. Entendí que no ser experta desde el primer día no era señal de inutilidad, sino parte natural del proceso.

(Gráfico tomado de Harvard Business Review, “Overcoming Imposter Syndrome” (Jill E. Perry-Smith & Francesca Gino), mostrando la distribución de diferentes tipos de síndrome del impostor en profesionales.)

grafica que muestra la distribución de los tipos de dindrome del impostor

Estrategias prácticas para superar el síndrome del impostor

Además de las técnicas mentales y los hábitos, existen estrategias prácticas que me ayudaron en el día a día:

  1. Lista de logros: Enumerar éxitos pasados –exámenes, competencias deportivas superadas, metas personales– me recordaba que, con tiempo y esfuerzo, podía dominar nuevas tareas.
  2. Hablar con un mentor: Compartir inseguridades con alguien con más experiencia me hizo ver que empezar de cero es normal y que todos pasamos por etapas de inexperiencia.
  3. Cambiar la visión del error: Antes pensaba que un fallo confirmaba mi incompetencia. Ahora lo veo como parte del aprendizaje, igual que cuando entrenaba un deporte y no siempre me salía la jugada perfecta.
  4. Aceptar halagos sin restarles valor: Al recibir un elogio en el trabajo, en vez de pensar “tienen pena de mí”, simplemente decía “gracias” y reconocía mi esfuerzo.
  5. Asumir nuevos retos progresivamente: Con el tiempo, asumí que no debía dominar todo de golpe. Podía ir paso a paso.

¿Cómo saber si tienes el síndrome del impostor?

Otros recursos como test pueden ayudarte a entender tus sensaciones. No es un diagnóstico profesional, pero te orienta. En mi caso, reconocerme en muchas de esas preguntas me hizo ver claramente el patrón.

Saber que esto tenía nombre y que era común resultó liberador. No era un caso aislado de incompetencia; era un patrón mental que podía cambiar.

Entender el papel de la cultura y el entorno

La competitividad, el perfeccionismo social y la presión por mostrar siempre una “cara exitosa” alimentan el síndrome del impostor. Cuando pasé de ser una estudiante confiada a una profesional principiante, sentía que debía impresionar desde el primer día. ¿Por qué?. Porque la sociedad a veces nos dice que debemos ser perfectos todo el tiempo.

Las redes sociales agravan esto al mostrarnos solo éxitos ajenos. No vemos las horas de esfuerzo detrás de cada logro. Eso me hizo creer que todos eran competentes desde el día uno, menos yo. Con el tiempo comprendí que esa percepción es engañosa.

Persona reflejada en espejo

Ejercicios prácticos para entrenar la mente

Para superar esta inseguridad, la constancia es clave:

  1. Reescribir pensamientos negativos: Cuando me decía “Soy un fraude”, lo cambiaba por “Estoy aprendiendo y cada día sé un poco más”.
  2. Meditación guiada: Dedicaba unos minutos a respirar profundamente, visualizar mis logros previos y agradecer cada pequeño paso.
  3. Role-playing mental: Me hablaba a mí misma como si fuera mi mejor amiga. ¿Qué le diría a alguien que está empezando algo nuevo?
  4. Registro de aprendizajes: Cada error que cometía en el trabajo dejaba una lección. Anotarla me hacía ver que el error no me definía, sino que me impulsaba a crecer.

Con estos ejercicios, mi diálogo interno fue cambiando. Ya no me machacaba por no saber hacerlo todo. Entendí que, como en el deporte, el dominio llega con la práctica.

Entrenar la constancia para mejorar

Superar el síndrome del impostor requiere tiempo, igual que mejorar tu forma física. Al principio, la voz interna crítica seguía allí. Pero poco a poco, cada logro, cada nuevo aprendizaje y cada reconocimiento de mi esfuerzo la fue silenciando.

Recordaba mis logros pasados (buen rendimiento académico, habilidades deportivas) y comprendía que, ahora, en el ámbito laboral, debía permitirme ser principiante. Ese cambio de chip fue decisivo.

Buscar apoyo profesional

Si sientes que el síndrome del impostor te bloquea por completo, considerar ayuda profesional puede ser útil. Un psicólogo puede darte herramientas personalizadas. En mi caso, reconocer que necesitaba apoyo no fue un signo de debilidad, sino una forma de cuidarme y de avanzar con mayor seguridad.

(Gráfico del test de FactorialHR que muestra resultados típicos del síndrome del impostor entre profesionales)

Historias de éxito

Muchas personas exitosas han admitido sentir el síndrome del impostor. Esto muestra que la inseguridad no discrimina. Al enterarme de esto, comprendí que sentir dudas no invalida mis logros. Si otros, más experimentados, han pasado por lo mismo, entonces mi sensación no era un defecto personal, sino una etapa del proceso de crecimiento.

¿Cuál es el siguiente paso?

Ahora que conoces qué es el síndrome del impostor, sus síntomas, por qué ocurre, quién lo sufre y cómo superarlo, ¿qué harás con esta información?. Pon en práctica las estrategias. Entrena tu mente, mejora tus hábitos y sé paciente. Yo lo hice y, con el tiempo, la inseguridad cedió espacio a una confianza basada en la realidad: puedo aprender, adaptarme y mejorar.

Recuerda: no estás solo. Cada persona, en algún punto, ha dudado de sí misma. Hoy sabes que esas dudas no te hacen impostor, sino humano en pleno proceso de formación. Confía en ti, en tu capacidad para aprender, y verás que superar el síndrome del impostor es posible. ¡Comienza hoy!

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